Torrentes de tinta y electrones han fluido este año con motivo del segundo centenario del nacimiento de Charles Robert Darwin (1809-1882), así como del 150 aniversario de la publicación de su libro más influyente en el pensamiento occidental On the Origin of Species by Means of Natural Selection, mundialmente conocido como la Teoría de la Evolución. Los conceptos propuestos por Darwin siguen siendo documentados, revisados y afinados a todos los niveles: poblaciones, organismos, componentes moleculares de éstos y los átomos que constituyen estas moléculas integrantes. La teoría de la evolución continúa evolucionando.
Recibió una carta del naturalista Alfred Russell Wallace (1823-1913) desde el otro confín del mundo (las islas Molucas). En la carta había un resumen casi perfecto de las ideas que Darwin había estado incubando durante varios años. Los organismos se adaptan al medio debido a un proceso de descendencia modificada y selección natural.
Sus elementos fundamentales se pueden expresar en cinco puntos. Primero: variación entre los distintos individuos de una población de organismos; no todos son iguales. Segundo: la herencia hace que los descendientes se parezcan más a sus progenitores que a otros; ciertos caracteres se transmiten de generación en generación. Tercero: a partir de las variaciones existentes, hay una selección natural por aquellos individuos que pueden sobrevivir mejor en un medio ambiente determinado. Cuarto: estos procesos operan de una forma continua y lenta a lo largo de periodos de tiempo muy largos. Quinto: como resultado de estos procesos acumulados en el tiempo, resulta una adaptación de los organismos al medio en que viven.Estos procesos pueden explicar la aparición de nuevas especies sin tener que invocar ninguna fuerza divina.
Qué ha aportado la biología molecular estructural, es decir, la rama de la biología que pretende explicar todos los procesos biológicos por mecanismos atómico-moleculares? Los iconos de la biología estructural son las estructuras atómicas de los componentes moleculares que hacen posible los procesos biológicos, empezando con la estructura del ADN (Franklin, Watson, Crick, 1953) que da soporte atómico y transmite los caracteres hereditarios con su doble hélice, y terminando con los miles de estructuras macromoleculares depositadas en los bancos de datos (Protein Data Bank , unas 61.800 estructuras).
La estructura molecular de la teoría de la evolución, es decir, el papel que las propiedades físico-químicas de las moléculas juegan en los procesos de evolución de los organismos de los que forman parte, está todavía por escribirse en la primera década del siglo XXI. Hay todavía muchas sendas abiertas (y por abrir) para las generaciones futuras.